MUJERES AGREDIDAS EN EL PERÚ: LOS HECHOS Y LAS PALABRAS
Augusto
Lostaunau Moscol *
“La violencia de género ha ido impregnándose
con el tiempo de significado social, adulterando de esa manera su definición
original basada en el binomio inseparable de violencia y género”
Francisca
Expósito
En los últimos días, entre triunfos de la selección de
futbol e intentos de indulto a un sentenciado por lesa humanidad, también hemos
sido testigos de dos hechos de violencia hacia la mujer que han causado la
protesta y el repudio de la sociedad en su conjunto.
Una
de las víctimas es la periodista Lorena Álvarez, quien ha denunciado la
agresión sistemática a la que fue sometida por su pareja, el economista y
docente universitario Juan Mendoza. Ella ha escrito que:
“Soy una
mala mujer porque lo denuncié. Mala mujer porque no consideré su carrera, su
trabajo, su pluma, sus aspiraciones políticas. Soy una mala mujer porque no
pensé en su familia. Mala mujer porque no acepté que me siga golpeando,
escupiendo, insultando, controlando. Soy una mala mujer porque abrí la puerta
de mi habitación y me senté en una comisaría. Mala mujer porque sobreviví para
contarlo”.
El diario El Comercio le ha dado la oportunidad de escribir
–para la posterioridad- su versión de los acontecimientos. Lorena Álvarez tiene
la suerte de ser una víctima con voz. Puede decir –gritar, si desea- lo que le
ha sucedido. Todos la van a escuchar. Hasta la autoridad tendrá que ponerse de
su lado. Es cierto que la violencia de género causa indignación y Lorena
Álvarez está cumpliendo con el rol de contarnos su caso y hacernos saber que el
problema existe. Que el abuso existe. Que las víctimas son reales. Y que algo
debemos hacer para enfrentar este problema.
Lorena Álvarez agrega que:
“Según el
INEI, en el 2016 tres de cada cinco mujeres en el Perú fueron víctimas de algún
tipo de agresión por parte de su pareja. Después de Lima, las regiones con más
denuncias son Ica, Apurímac, Piura y Cusco. Todos los días, una mujer es
asesinada o maltratada por quien dice amarla”.
Entonces,
¿todas esas mujeres tendrán la oportunidad que tiene ella de poder testimoniar
por escrito la agresión sufrida? ¿El Comercio les dará la oportunidad de
escribir sobre su caso? ¿La sociedad se indignará por el maltrato? Esperemos
que sí. Esperemos que la agresión contra la mujer no sólo indigne por la
posición social. Esperemos que la agresión contra la mujer no sólo movilice por
el prestigio social. Recordemos que la marcha del año pasado fue multitudinaria
porque los medios de comunicación (muchos de ellos de manera hipócrita)
prácticamente la convocaron; mientras que, este año la marcha pasó
desapercibida. Sólo las mujeres –y varones- verdaderamente militantes de sus
ideas asistieron. ¿Se acabó la moda?
Esta
denuncia que indignó a la gran mayoría de peruanos, significó también la
ocasión para que la periodista Patricia del Río realice una suerte de
entrenamiento ideológico. De los hechos trató de crear las palabras. Según
ella, existen los “prejuiciosos de siempre”, los cuales los dividió –“magistralmente”-
en 6 grupos:
“1) Los
escépticos. Nunca faltan. Citan dos o tres casos raros (siempre los
mismos) en los que la mujer miente para justificar su posición: “Por qué
tenemos que creerle a ella, si es una soberbia”. “Quiere volverse famosa” (como
si lo necesitara). Lorena lleva años en televisión y nunca ha protagonizado un
escándalo, pero eso no importa. Hay que tratarla como bruja intrigante, porque
las mujeres se inventan estas denuncias para fregar al marido”.
Olvida la señorita Del Río que,
esta visión no es exclusiva de los varones. Son muchas mujeres las que
comparten esta forma de entender la violencia contra la mujer. Es normal
escuchar entre las mujeres de las clases populares sostener: “es su marido” o
“en problemas de marido y mujer el tercero sobra”. Así que, indicar que este
grupo es exclusivo de varones es una falta total de conocimiento de la
realidad. Sería bueno que se dé una vuelta por los barrios de Lima. Deje su
nube y baje a la realidad. Es una realidad impregnada de clase social.
“2) Los
inclusivos. Creen que los hombres (que, por supuesto, también son
agredidos por sus parejas) son las verdaderas víctimas. Imposible explicarles
que la abrumadora cifra mundial de las mujeres maltratadas hace de la violencia
contra nosotras un fenómeno social calificado de epidemia y que la que sufren
los hombres (también condenable) resulta una excepción”.
La violencia de género no es
exclusiva de las mujeres. Muchos varones la sufren, pero por ser una sociedad
machista, la mayoría guarda silencio. No es una justificación de la violencia;
es una realidad. Y no se trata de cifras. No se trata de quién pega más y quién
pega menos. Se trata de
entender que estamos dentro de una cultura de la violencia. Donde los medios de
comunicación transmiten mucha violencia. Donde las telenovelas están cargadas
de violencia y donde los programas cómicos también transmiten violencia. Claro,
que si se transmite un programa sin violencia: es aburrido o está lejos de la
realidad.
“3) Los
ideológicos. Están los que se ubican a la izquierda, que, como alguna vez
la periodista fue grosera con Verónika Mendoza, resulta que si le pegan, que se
sobe. Y están los de la derecha, que la descalifican porque, según algún
extraño razonamiento, lo que busca Lorena es atacar a un economista cuyos
comentarios son afines a la causa fujimorista. (Por cierto, ser fujimorista o
izquierdista tampoco te vuelve un agresor a priori, así que el prejuicio hay
que combatirlo en ambas direcciones)”.
Aquí si la periodista Patricia del Río demostró un total
desconocimiento de la realidad. A menos que una mente enferma lo diga, a nadie
se le ha ocurrido justificar por cuestiones políticas domesticas la violencia
contra Lorena Álvarez. El tráfico que realiza es espeluznante. Mete a Verónika
Mendoza en un problema ajeno. Involucra a los fujimoristas en un problema donde
no figuraban. Mejor dicho, “denuncia” que la izquierda y los fujimoristas son
violentistas y vengativos. Es decir, lo peor que el Perú ha parido. Ya saben,
en el 2021 no voten ni por la izquierda ni por Fujimori. Son violentistas y
vengativos. No debemos olvidar que las infortunadas y torpes declaraciones de
la congresista de Fuerza Popular, Maritza García (“Porque muchas veces puede haber un agresor que es absolutamente sano
y, de repente en un momento, la mujer lo saca de contexto diciéndole ‘me
voy o te estoy traicionando’. Esas
palabras, esas
frases, nunca deben ser usadas por una mujer porque podrían, sin querer queriendo,
motivar o exacerbar los ánimos de una persona normal”) son posteriores al texto de Del
Río.
“5) Las negacionistas. En
este grupo encontramos mujeres que, en virtud de defender equivocados valores
de unión familiar, consideran que las chicas empoderadas son peligrosas. Los
argumentos de “qué habrá hecho ella, pues” o el no menos popular “dejen de
exagerar, a mí nadie me discrimina” saltan automáticamente”.
Este grupo que sólo existe en la imaginación de la periodista
en cuestión, es en realidad el sector más conservador. Aquellos grupos que
rodean a los jerarcas de las iglesias y de los sectores más retrógrados del
país. Quizás casos familiares le enseñaron que este grupo existe. Aquí, las
líneas paralelas se unen en el infinito.
“6) El
forense. Exige pruebas contundentes. Inapelables. Si no hay
video de tu amorcito arrastrándote calata por el suelo, no vale. Puro invento”.
Y es que la justicia peruana
siempre exige pruebas que evidencien la existencia del delito. ¿Propone
Patricia del Río un cambio en la tradición jurídica peruana?
Las agresiones contra las mujeres
peruanas al interior del mundo sentimental que conllevan con otra persona es un
hecho real. La violencia contra las mujeres existe. Son delitos que deben ser
sancionados. Pero, ¿depende mucho de quién es la víctima para que tengan una
connotación de problema nacional? ¿Depende de quién es la víctima para que las
instituciones del Estado intervengan a toda celeridad? ¿Depende de quién es la
víctima para que los medios de comunicación privados le entreguen voz? ¿Depende
de quién es la víctima para que se pretenda crear un argumento politiquero
sobre el hecho? Es necesario sancionar a los agresores. Es necesario callar a
los aprovechadores y politiqueros. Es necesaria la protección a las víctimas.
Es necesario denunciar a los aprovechadores.
Nieves Rico aporta que:
“En la actualidad, es
imprescindible analizar el tema de los derechos humanos y el de la violencia de
género contra las mujeres desde una perspectiva que ofrezca posibilidades de
cambios culturales, para lo cual hay que toma en consideración que estas
temáticas se relacionan directamente con la distribución desigual del poder en
las sociedades, por lo que se requieren profundas modificaciones en esta área.
Asimismo, el cambio social que exige el respeto de los derechos de las mujeres
debe situarlas en el centro de las transformaciones con sus diversas formas de
pensar, sentir y actuar. Sus experiencias históricas y cotidianas se deben
tomar en cuenta en la reformulación del contenido y significado de los derechos
humanos, puesto que su definición y su práctica no deben separarse de la vida
concreta de las personas”.
Sólo
un cambio social garantizará el respeto por la mujer y el fin de la violencia
contra ella. ¿Estará de acuerdo Patricia del Río?
*Historiador a favor del Colegio
Profesional de Historiadores del Perú.